En las laderas de la colina Cidneo se asienta el antiguo convento de Santa Chiara Vecchia, actual sede de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Brescia.
Los primeros datos certeros sobre la existencia de un monasterio en esta zona se remontan a la primera mitad del siglo XIII: de hecho, consta el 1 de agosto de 1232 como fecha en el acto en el que el obispo de Brescia Cavalcano de Salis extendió a las monjas de la Orden de San Damián establecidas en el convento de S. María de la puerta de Petriolo un privilegio otorgado por el Papa Alejandro III en Agnola. Este consistía en la exención de la jurisdicción episcopal "ecclesiam et locum S. Mariae sitam en civitate Brixiae apud Portam Pedrioli", a excepción de la consagración de la iglesia y los altares, la bendición de la priora y de las monjas y el uso de los sacramentos en el caso de que las monjas lo solicitaran. En sus puntos básicos, este privilegio fue confirmado de nuevo poco después en un documento con fecha del 29 de noviembre de 1255, en el que el papa Alejandro IV, recibiendo bajo su protección a la comunidad de religiosas, decretaba que en esta última se profesara de forma perpetua la orden monástica según la regla de San Benito y de acuerdo con las normas de San Damián ya prescritas a estas religiosas por su predecesor, el Papa Gregorio. De este documento se deduce que a las monjas se les concedía la plena posesión no solo del lugar en el que se encontraba el monasterio, sino también de todas las propiedades adquiridas o que se recibieran en donación de religiosos o laicos en el futuro. No se conoce exactamente cuando la regla benedictina dio paso a la franciscana, pero, por algunos actos de compraventa, se podría fijar este acontecimiento en el último cuarto del siglo XIII. No ha quedado ningún rastro de los edificios que constituían este primer asentamiento, ya que con el tiempo se sucedieron numerosas transformaciones y ampliaciones. La primera de estas está ligada a un hecho trágico que afectó a la ciudad de Brescia en 1508, cuando el torreón llamado Mirabella del Castello, usado como depósito de pólvora, explotó debido a un rayo, causando graves daños a la población y especialmente al monasterio de Santa Clara.